No es fácil hacer que dialoguen millones de equipos que funcionan de manera autónoma. Este principio es fundamental para el concepto de moda de estos días, “el internet de las cosas”. ¿Cómo funciona y cómo puede hacer tu vida más fácil?
Imagínate equipos electrodomésticos que normalmente no tienen inteligencia por si mismos como refrigeradores, cerraduras, hornos, cocinas y termostatos para controlar los sistemas de aire acondicionado y calefacción. Ahora, añádeles una conexión inalámbrica o a través del cable de la corriente y un poco de software para que interactúe con otros equipos. ¿Cuál es el resultado?
Refrigeradores inteligentes que te pueden avisar cuando se les está acabando un producto, cerraduras inteligentes que pueden ser configuradas remotamente a través de una aplicación en tu teléfono donde puedes abrirlas y hasta cambiar su combinación. En el caso del termostato, saber cuál es la temperatura ambiental y el pronóstico del clima, combinado con la hora sobre la que llegas del trabajo para mantener la casa en la temperatura óptima que ahorra la mayor cantidad posible de dinero. Las posibilidades son infinitas de todos los equipos tradicionales que se pueden potencialmente volver inteligentes, desde un inodoro hasta una cafetera.
Todo esto está muy bonito pero el internet de las cosas tiene riesgos altísimos. Al tener todos estos equipos de bajo costo conectados entre ellos con conexiones inalámbricas se multiplican los riesgos. ¿Por qué?
Esto es debido a una serie de problemas que son nativos a este ecosistema. Los procesadores y mini computadoras que se usan para darle inteligencia a los aparatos como los electrodomésticos son normalmente de bajo costo y tienen el software integrado. ¿Qué quiere decir esto? Que en muchos casos, si se descubre una vulnerabilidad, son difíciles de actualizar a una versión nueva de software que arregle el problema. Añádele la conexión a internet y tienes una receta fácil para el desastre.
Recientemente, 4.5 millones de routers de internet fueron atacados en Brasil para cometer fraude financiero. Los hackers les cambiaron el DNS, que es el sistema que se utiliza para resolver o encontrar nombres de dominios y desviaron el tráfico de sus visitas a internet para poder robarles su información personal.
Este es solo uno de los riesgos, si seguimos a este paso con la automatización, los ladrones del futuro no necesitarán herramientas para romper las puertas y ventanas de las casas. Lo pueden hacer sencillamente hackeando las cámaras de seguridad, los sensores de movimiento y abriendo la casa remotamente.
Nuestro camino tecnológico hace inevitable que sigamos avanzando en este campo. Los procesadores, sensores y componentes electrónicos que se necesitan cada vez son más baratos. Combinados con el acceso casi total al Internet, hace posible que se creen combinaciones de equipos que hablan entre ellos y nos faciliten nuestras vidas diarias. Mi preocupación es que se siga por el mismo camino de bajo costo y que se deje de prestar atención a la seguridad, sobre todo para los que se utilizan en funciones críticas.
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